No hay distancia larga, ni tiempo corto. Hay caminos
y sentimientos, hay minutos que inventa el corazón,
momentos de reflexión, letras que se escriben sin coma,
ni puntos, sin rima ni pausa y se guardan canciones
que no tiene nombre, solo color, solo besos, solo abrazos
bajo la luz tenue de una noche cualquiera y de ese sueño
en tu sueño, en ese instante en que las almas se juntan
soñando que soñamos momentos que acarician el pensa-
miento. Luz intensa de alas blancas, de ternura, de delicado
amor y solo amor que es la clave que mueve al universo,
a la vida, la vida en la que nuestras miradas se unen,
en ese conocido paraíso que esta en nosotros,
en un mismo centro, en una misma noche, arropados
del amor de siempre, de la mirada fija en el opalino
cielo, donde la vida y el alma se abren más hondo
y esas vidas laten en la carne.
Un tiempo incomparable en el firmamento, un suspiros
un aliento largo, de palabra suaves, de corazones enamo-
rados, siendo un todo, una sonrisa, una mirada, y la voz
que repite y convocan a escuchar lo que para nacer
nos llama. Canto sutil que acelera los sentidos, a veces
inconsciente, a veces obscuro, pero siempre presente;
porque esa es la primavera, el invierno, el corazón,
en lo cierto y en lo incierto, en el pensamiento,
en el silencio, en lo que quieres, en lo que eres, en lo
que te atreves a sentir y existe, en el misterioso hoy,
en lo bello y en lo que eres, en los versos, en los besos,
en el cielo ambulante de la noche del ayer, del hoy,
y sin más razón que en el azul del silencio.
Sin más respuesta que tu sonrisa discreta. Solo letras,
hojas, palabras, que resuenan en los oídos repitiendo
entre silabas lo que el viento sopla, escribiendo,
escuchando y amando la quietud que revela el puro
existir, el hoy, el único ahora, un todo que es un
para siempre que no cabe en la vida.